Una escapadita por Asia

La Puerta de Dios

En el sur del estado de Uttarakhand, en una posición estratégica como paso al resto del estado se sitúa Haridwar (Hari: Dios, Dwar: puerta), bordeada por el Ganges en su entrada a la Llanura Indogangética. Es una ciudad sagrada para los hindúes que vienen en miles a bañarse en las aguas del río cada día, para honrar a la diosa Ganga y purificarse. Se extiende linealmente en la margen derecha del río, por lo que alcanza varios kilómetros de longitud, en una aparentemente interminable secuencia de bazares y restaurantes, enfocados principalmente al turismo interno ya que el turismo extranjero está muy poco presente en la ciudad, utilizándola como un paso hacia Rishikesh y las montañas en el norte.

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El carácter sagrado de la ciudad (es uno de los siete lugares de culto del Hinduismo, y una de las cuatro ciudades donde se celebra el Kumbh Mela cada cuatro años, el festival que probablemente reúna a más gente en el mundo, con millones de personas) establece un complejo ecosistema de sadhus, yogis y santones de todo tipo que viven de las limosnas que les dan los comerciantes del bazar que a su vez obtienen beneficios de los curiosos y religiosos que vienen a visitar el Ganges aquí, atraídos también en parte por los propios sadhus. Y aunque los devotos de Krishna son mayoría, no falta representación de muchas otras deidades: Visnú, Ganga, Rama, Ganesh… Hay un último tipo de mendigos que se han sindicalizado y visten camisa, que se dedican a pedir donaciones para el mantenimiento de los ghat a todo aquél que los visita, pero mendigos que viven de lo que otros les dan a cambio de nada, al fin y al cabo.

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En la ciudad hay algún que otro templo interesante, pero lo más destacable apartede los ghat en el Ganges es el Mansa Devi, templo que corona una colina desde la que se tiene una panorámica de la ciudad. Se puede subir andando, más o menos una hora entre monos y puestos de bebida, o coger un teleférico que en cinco minutos te deja en el interior del templo. Alejarse un poco de la ciudad se agradece, ya que la nube de polvo permanente y el claxon de los vehículos pueden llegar a ser demasiado molestos a veces. Otra opción es internarse en los bazares, pasear por la orilla del río o quedarse en el hotel escuchando las campanas y los gritos de la calle. Una de las cosas más curiosas que me han ocurrido hasta ahora: mientras estaba en el hotel editando unas fotos y escuchando a Eve Cassidy, me llaman de la habitación de al lado para ver si podía bajar la música, ¡que no podían escuchar bien su película! ¡Y se les oía desde la calle! Vivir para ver…

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Al margen de encuentros personales (también me hice amigo de un anciano muy simpático que insistió en invitarme a comer y ayudarme con el alojamiento), la ciudad tiene poco encanto, pero al atardecer se compensa cuando se congregan miles de personas en la zona de Har-ki-Pairi (conjunto de gath y templo en honor a Ganga) para rendir homenaje al río al ritmo de los cánticos entonados por cientos de religiosos, mientras que las aguas se llenan de ofrendas consistentes en una vela sobre una base de flores recogidas en hojas secas para mantener el conjunto a flote. Un espectáculo bastante bonito, que se repite cada noche en la ciudad santa.

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Esta entrada fue publicada el 12 May, 2013 a las 10:54. Se guardó como India y etiquetado como , , . Añadir a marcadores el enlace permanente. Sigue todos los comentarios aquí gracias a la fuente RSS para esta entrada.

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